lunes, 18 de octubre de 2010

Necrópolis

Vamos al cementerio casi siempre obligados: por el sentimiento, por la tradición, por compromisos o porque nos llevan para no volver. Este verano paseé varias mañanas por el Cementerio de Torrero como lo hago por cualquier otra zona de la ciudad: observando y registrando detalles, que traeré al blog en los próximos días; con respeto, pero sin aprensión. Aunque no sea muy rico por sus esculturas y panteones, está lleno de lecciones. Nuestro cementerio habla de nosotros.
Ángel en oración. Autor: Dionisio Lasuén (1898).
Nota: por respeto a la intimidad de personas y familias se han evitado los detalles identificativos, excepto en el caso de obras escultóricas conocidas públicamente.

1 comentario:

  1. Realmente el ambiente de un cementerio es inigualable, único y no está exento de una extraña belleza.

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