Cuando era niño, tal día como ayer, los curas de mi colegio nos enviaban por parejas a pedir donativos para las Misiones. Era la cuestación del Domund. Había en el aula unas huchas de escayola con forma de cabezas de negrito o de chinito. Eran tiempos en que la única migración conocida era la de los españoles a Suiza, Francia o Alemania, que volvían para el verano con sus envidiados coches. Nunca veíamos personas de otras razas salvo en el cine, en los cromos o en aquellas huchas. Con la única excepción de un taxista guineano que cada 5 de enero paseaba en carroza transformado en Rey Baltasar.
Mi preferido era el chinito, con su endémica palidez, ojos rasgados, coleta y sombrero cónico. Para salir a la calle nos daban otras huchas de plástico amarillas y azules, impersonales, peores, qué vas a comparar...
Foto: www.todocoleccion.net
Mi preferido era el chinito, con su endémica palidez, ojos rasgados, coleta y sombrero cónico. Para salir a la calle nos daban otras huchas de plástico amarillas y azules, impersonales, peores, qué vas a comparar...
Han pasado muchos años y han cambiado muchas cosas, ahora recibimos inmigración. Siguen saliendo los niños de los colegios religiosos a pedir para el Domund. Ayer también. Paseando escuché a mi espalda el consabido sonsonete: "¡Un donativo para el Domund!" Pero, qué sorpresa, al girar descubrí que quien me pedía era, con ropa actual, ¡el chinito en persona!
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Un año en mi clase teníamos la otra hucha, la del negrito. Nada que ver con esas de plástico amarillas y azules; que, tú llamas impersonales y que yo, directamente, digo que eran bien feas.
ResponderEliminarMuy bueno José María. Hay cosas que nunca cambian y sólo se transforman con el tiempo. Me has recordado a un episodio de "Cuéntame".
ResponderEliminarvaya,vaya esta hucha la teniamos en la escuela ,encima de la mesa de la maestra,...q recuerdos .
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