martes, 9 de octubre de 2012

El mundo puede cambiar, pero no va a cambiar solo

Éste es el lema con que Amnistía Internacional celebra su 50 Aniversario y el título de la exposición que sobre la actividad de dicha organización no gubernamental se puede visitar en el Centro Cívico Esquinas del Psiquiátrico (Vía Universitas 32) hasta el 19 de octubre (10:30 a 13:30; 17:00 a 20:30).
Un día de 1961, el abogado londinense Peter Benenson quedó impresionado cuando leyó en la prensa que dos jóvenes habían sido condenados a 7 años de prisión en el Portugal salazarista por haber brindado con un "¡Viva la libertad!". Entró en una iglesia para meditar y al salir había tomado una decisión transformadora: dedicar su actividad al apoyo a los presos de conciencia en cualquier parte del mundo. Empezó por enviar una carta a la prensa que tuvo gran eco y aquello fue el germen de Amnistía Internacional (A.I.), que hoy cuenta con delegaciones en 150 países y 3,5 millones de socios. Autofinanciada con sus cuotas, no acepta subvenciones para así preservar su independencia.
En esta exposición conocemos algunos casos, como el de Weja Chicampo, opositor ecuatoguineano al dictador Obiang que fue liberado gracias a la campaña impulsada desde el grupo de A.I. en Lugo, mediante el envío frecuente de cartas de solidaridad al preso y de solicitud de libertad al gobierno guineano. En la foto se ve paseando a Weja con sus anónimos liberadores.
La acción constante de ciudadanos corrientes a lo largo del mundo puede pesar en la imagen internacional de regímenes que vulneran los derechos fundamentales y dar sus frutos: evitando lapidaciones en Irán; conmutando penas de muerte en EE.UU.; liberando presos en Cuba o China; consiguiendo el asilo para defensores de los derechos humanos y periodistas amenazados de muerte en México, Afganistán, Brasil, Yemen, Colombia, etc. Y siempre, al menos, transmitir a quien sufre esa vulneración, un poco de calor y esperanza, el consuelo de saberse acompañado en la distancia. Escribía Weja Chicampo: "Cuando supe que A.I. España se interesaba por mí, supe que ya no era un desaparecido y que, antes o después, me liberarían".
En la noche del franquismo, A.I. se ocupó igualmente de los represaliados españoles. Uno de los primeros fue Marcos Ana, 23 años preso por su militancia comunista. Escribía este poema en su celda:
   LA VIDA
  
Decídme cómo es un árbol.
Decídme el canto del río
cuando se cubre de pájaros.

Habladme del mar, habladme
del olor ancho del campo,
de las estrellas, del aire.

Recitadme un horizonte
sin cerradura y sin llave,
como la choza de un pobre.

Decidme como es el beso
de una mujer. Dadme
el nombre del amor, no lo recuerdo.

¿Aún las noches se perfuman
de enamorados con tiemblos
de pasión, bajo la luna?
¿O sólo queda esta fosa,
la luz de una cerradura
y la canción de mis losas?

Veintidos años... ya olvido
la dimensión de las cosas,
su color, su aroma... Escribo
a tientas: "el mar", "el campo"...
Digo bosque y he perdido
la geometría del árbol.

Hablo, por hablar, de asuntos
que los años me borraron

(no puedo seguir, escucho
los pasos del funcionario)

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