lunes, 12 de septiembre de 2011

Garzas en el Ebro

En el reciente mes de agosto, las aguas del Ebro bajaban escasas. Por ello, las orillas de su tramo urbano presentaban un aspecto de marismas, con aguas estancadas de poca profundidad. En varios lugares pude admirar la presencia de diversos tipos de garzas que picoteaban en el agua en pos de alimento. En aquellas calurosas mañanas, sus esbeltas estampas, su gran porte y sus vuelos bajos sobre el río fueron un regalo de belleza y paz. 
Empezamos con imágenes de la garceta común, la más pequeña de la familia y la más usual, tomadas en las riberas del Actur y de la Almozara.

3 comentarios:

  1. José María: mucha paciencia y sensibilidad se necesitan para captar y mostrar estas imágenes tan placenteras.
    Saludos.
    Anaximandro.

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  2. ¡Son preciosas! Yo también pienso que se necesita mucha paciencia para conseguir semejantes resultados.

    Un abrazo

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  3. Gracias por vuestros amables comentarios, María y Anaximandro.
    En cuanto a la sensibilidad, como alguna vez ya he explicado, hasta hace poco yo no la tenía y fueron unos fascinantes encuentros en las riberas los que me descubrieron la presencia de estos "otros zaragozanos". Cualquiera puede despertar a ella.
    Y en lo que respecta a la paciencia, hace falta una poca. Desde luego que si vas acelerado no te enteras de nada y que, cuando ves un ejemplar hay que esperar a que se mueva a su aire, confiando en que surja la situación fotogénica, sin intervenir ni molestar. Pero es mucha menos paciencia de la que se puede pensar; para mí, que los veo por esos mismos lugares, mucha menos de la que necesitan los pescadores. En el caso de las garcetas, su presencia es casi segura y es relativamente fácil fotografiarlas, con buen zoom claro está. Menos frecuentes en estos tramos urbanos son la garza real y mucho menos la garza imperial y por eso cuando las veo es como un premio que me sube el ánimo. En días próximos os las mostraré.

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