Cada amanecer, desde los pinos del Parque del Tío Jorge y de la Avenida de Los Pirineos llega una algarabía de trinos. Son las bandadas de estorninos que pasan allí la noche. Con las primeras luces abandonan su "zona dormitorio" en busca de alimento. Pero lo hacen en masa, formando nubes que oscurecen el cielo y sobresaltan a quien no lo sabe. Cada una de estas nubes se comporta como si de un único organismo se tratase; vuelan juntos, sin colisiones y con un rumbo común. Curiosa simbiosis de lo individual y lo colectivo.
domingo, 31 de enero de 2010
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Jamás había pensado que madrugar podría recompensar con esas experiencias visuales tan inusuales (o eso creía yo), en una gran ciudad tan llena de ruido, contaminación, falta de alimento para los pájaros...Gracias por compartirlo con los que no madrugamos
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