Al ver una negra silueta picuda que emergía de las aguas del río, cerca del Puente de Piedra, pensé que, tras las gaviotas, los tiburones habían llegado como nuevos pobladores marinos del Ebro. Pero más de cerca ví que no era una aleta, sino una pirámide. ¿Una pirámide en el Ebro? ¿Será cosa de Arias Cañete y su querencia por las obras faraónicas? Entonces sí, los tiburones.
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