El último paseo ribereño me había dejado destemplado tras el disgusto por los destrozos de los vándalos en la pasarela. Una vez más me ha traido la alegría descubrir cómo, siguiendo el cauce del río, la Naturaleza se cuela en el centro de la ciudad, en este caso vestida de lujo.
Desde la barandilla de Echegaray veía ir y venir, sobre el fondo del parque de ribera y las aguas, a unos pájaros de vistosos colores, no habituales en estos parajes.
Desde la barandilla de Echegaray veía ir y venir, sobre el fondo del parque de ribera y las aguas, a unos pájaros de vistosos colores, no habituales en estos parajes.
Eran abejarucos, cuyo nombre hace alusión a su predilección por nutrirse de abejas, asaltando las colmenas con su pico alargado en gancho. Pese a la resonancia despectiva del nombre, el Abejaruco luce un plumaje fastuoso por su variado colorido. Para mi gusto, compite de cerca con el Martín Pescador por ser el pájaro más elegante de estas tierras. Lamento no haber podido conseguir mejores fotos. No me lo ha puesto nada fácil.
¿Dices que no son buenas fotos?jeje,pues menos mal,jajaja.A mi si me parecen buenas,teniendo en cuenta lo dificil que debe ser hacerlas.
ResponderEliminarUn saludo desde Oviedo pasado por agua.
Son fotografías estupendas, sobretodo la última. El abejaruco es una de mis aves preferidas por la tonalidad de sus plumas y la verdad es que no me imaginaba que pudiera sobrevolar por Zaragoza, ¡menuda sorpresa!. Tengo una anécdota un poquito triste sobre este bello animal. Mi abuelo conducía su Opel Rékord por la carretera de Huesca rumbo a Jaca cuando escuchó un enorme estruendo en la llanta de su rueda delantera. En el suelo yacía muerto un abejaruco que se había estrellado contra la llanta. Mi abuelo lo recogió y lo llevó a un taxidermista. Desde entonces tengo un abejaruco en el salón de mi casa y he de decir que sus plumas siguen tan coloridas, tan preciosas como el primer día.
ResponderEliminarPara mí ha sido inesperado. Sólo había visto este pájaro en el campo, en zona de colmenas, así que verlo a escasos 50 m del Puente de Santiago ha sido una sorpresa. Su forma d evolar era curiosa: como un rayo a favor del viento y planeando en contra, que es cuando he podido fotografiarlo en vuelo.
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