Al llegar a una parada del tranvía, encuentro una sorpresa. Alguien está depositando libros gratuitos, al libre alcance de quien llega. No es una campaña de promoción cultural, sino religiosa. Todos los libros son iguales: Los Salmos, un conjunto de 150 himnos hebreos del Antiguo Testamento. En fin, no se trata de la lectura ligera que uno elige para un viaje en tranvía. Los he dejado donde estaban. No me seducen los ritos del "pueblo elegido". Los "elegidos" suelen cometer muchas barbaridades.
viernes, 15 de mayo de 2015
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