sábado, 2 de agosto de 2014

Memorias del horror

En Budapest, a orillas del Danubio y muy cerca del Parlamento, se encuentra un grupo escultórico singular. Se trata de una larga hilera de zapatos de todo tipo (hombres, mujeres, niños) que apuntan hacia el río, obra del artista Gyula Pauer. Son un memorial de los judíos que allí fueron asesinados por los nazis de una forma extremadamente cruel. Atados por parejas en el extremo del muelle, se disparaba a uno de ellos para que en su caida arrastrase al agua al otro.
Sobrecoge la contemplación de estos zapatos vacíos y me hace pensar no solo en aquellas víctimas de la infamia, sino también en tantas otras a lo largo del mundo y algunas bien recientes, para las que no hay memorial, ni siquiera apenas un renglón en la historia oficial.
Veo en las noticias las masacres de civiles en Gaza y pienso también con una pena profunda que los descendientes de las víctimas de ayer son los verdugos de hoy.
Un paisano nuestro, el embajador español Ángel Sanz Briz, salvó en esa misma ciudad la vida de unos 5.000 judíos al otorgarles, por inciativa propia y con evidente riesgo, pasaportes españoles aduciendo su origen sefardí (fuera o no cierto). Es una historia que devuelve la esperanza en las personas comprometidas con la Humanidad. 

5 comentarios:

  1. Un a entrada muy lúcida, que algo debe emocionar a quien no esté hecho del material de esas esculturas. Así es, a lo largo de la historia, e incluso hoy día, muchas son las víctimas del fanatismo y la brutalidad y muy pocas las que han recibo el reconocimiento de la injusticia contra ellas cometida. Siempre me ha gustado saber que tengo un parentesco lejano con aquél embajador; bueno, lo tenía mi abuelo puesto que eran primos según creo.
    Saludos

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  2. Totalmente de acuerdo, José María, no puedo entender cómo un pueblo q ha sufrido tanto es capaz de provocar tanto dolor y también me pregunto qué estamos haciendo el resto para evitarlo.

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  3. Enhorabuena poe esta entrada.

    Un saludo indio
    Mitakuye oyasin

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