Cuando visito una exposición en el Palacio de Sástago, paso rápido esta sala. El efecto tridimensional del mosaico que la embaldosa me crea desazón: sé que camino a ras de suelo, pero si lo miro dudo... ¿estoy subiendo? ¿o estoy bajando?; ¿rodaré si yerro en la pisada sobre los peldaños de esta escalera virtual? Sólo quiero llegar a la puerta.
Cuando debería primar la concentración en la contemplación de lo que cuelga de las paredes, quizás no sea éste el lugar más adecuado para experimentar estas sensaciones de vértigo.
ResponderEliminarSaludos.